Picnik es uno de los tantos servicios de edición online que han surgido a la sombra de Adobe PhotoShop en los últimos años. Inicialmente se ofreció como un producto en Internet que complementaba a aquellos sitios donde el internauta suele almacenar sus imágenes como Facebook, Picasa y Flickr (de hecho, ese sigue siendo su principal mercado) pero al pasar los meses se ha convertido en toda una herramienta alternativa para la edición y el tratamiento de las fotografías por ofrecer una inimaginable cantidad de recursos que parecen estar ampliándose a la par de que gana más éxito entre sus seguidores.
Habría que indicar primero que Picnik se maneja totalmente por Internet sin necesidad de descargar otro software más que el propio navegador y como la mayoría de los programas existentes, tiene un área de cobro y una gratuita, esta última con un catálogo de opciones tan extenso que prácticamente no anhelaremos pagar los 25 dólares que se pide por la licencia. Es tan flexible que incluso se puede usar con o sin registrarse en la página, con la única restricción de que las imágenes terminadas no queden en el historial (se archivan automáticamente).
Al hacer clic en el botón de “comenzar ahora” (que puede ajustarse a varios idiomas, entre ellos el español) aparece una especie de escritorio que será el punto inicial para conocer Picnik. Allí aparece información sobre la empresa, un breve historial de las fotos editadas por otros usuarios, la infaltable publicidad para pagar por servicios adicionales y lo que interesa verdaderamente: la opción de cargar una foto y empezar a editar, o crear un Collage y darle a un grupo de imágenes una serie de tributos, estilos y formas cuya limitación viene dada por el tipo de cuenta.
Al cargar una foto se pasa a ese llamado “lienzo en blanco” que tanto se ve en otros programas, con la diferencia de que aquí estará junto a una barra superior subdividida en varias pestañas que a medida que el usuario las selecciona, despliega un menú en la parte izquierda de la ventana. Es en ese punto que se ve la enorme cantidad de recursos que Picnik tiene para ofrecer que va desde la opción de insertar texto con más de 50 originales tipos de letras hasta alterar la imagen inicial con un aproximado de 40 efectos visuales.
Probablemente todo lo que se ofrece en este servicio se ha visto hasta el cansancio en otros programas o incluso se queda corto ante lo que ofrece Adobe PhotoShop por ejemplo. Sin embargo no es lo que tiene sino cómo lo ofrece. Desde que se inicia la edición hasta que se guarda la imagen, la interacción es tan sencilla, iconográfica (amén de las limitaciones lingüísticas) y agradable que convierte una ardua labor de trabajo en una verdadera experiencia de disfrute.
Lo negativo sin duda alguna es que para en cada acción se necesita de Internet y Picnik no es precisamente un amigo de las conexiones lentas y de una computadora con bajos requerimientos. Es por ello que posiblemente los originales mensajes, a modo de interludio, como “recogiendo flores” o “untando sándwich con manteca” se llegarán a odiar con facilidad ante los interminables tiempos de carga a los que se puede exponer un usuario con velocidad por debajo del promedio.
En resumen, una herramienta sencilla, útil y adaptada a los tiempos donde no es el usuario el que se debe adapta al programa sino que éste debe ofrecer algo más para enganchar a un individuo globalizado que además de consumidor es cada vez más productor de los contenidos en la red.
www.picnik.com
Habría que indicar primero que Picnik se maneja totalmente por Internet sin necesidad de descargar otro software más que el propio navegador y como la mayoría de los programas existentes, tiene un área de cobro y una gratuita, esta última con un catálogo de opciones tan extenso que prácticamente no anhelaremos pagar los 25 dólares que se pide por la licencia. Es tan flexible que incluso se puede usar con o sin registrarse en la página, con la única restricción de que las imágenes terminadas no queden en el historial (se archivan automáticamente).
Al hacer clic en el botón de “comenzar ahora” (que puede ajustarse a varios idiomas, entre ellos el español) aparece una especie de escritorio que será el punto inicial para conocer Picnik. Allí aparece información sobre la empresa, un breve historial de las fotos editadas por otros usuarios, la infaltable publicidad para pagar por servicios adicionales y lo que interesa verdaderamente: la opción de cargar una foto y empezar a editar, o crear un Collage y darle a un grupo de imágenes una serie de tributos, estilos y formas cuya limitación viene dada por el tipo de cuenta.
Al cargar una foto se pasa a ese llamado “lienzo en blanco” que tanto se ve en otros programas, con la diferencia de que aquí estará junto a una barra superior subdividida en varias pestañas que a medida que el usuario las selecciona, despliega un menú en la parte izquierda de la ventana. Es en ese punto que se ve la enorme cantidad de recursos que Picnik tiene para ofrecer que va desde la opción de insertar texto con más de 50 originales tipos de letras hasta alterar la imagen inicial con un aproximado de 40 efectos visuales.
Probablemente todo lo que se ofrece en este servicio se ha visto hasta el cansancio en otros programas o incluso se queda corto ante lo que ofrece Adobe PhotoShop por ejemplo. Sin embargo no es lo que tiene sino cómo lo ofrece. Desde que se inicia la edición hasta que se guarda la imagen, la interacción es tan sencilla, iconográfica (amén de las limitaciones lingüísticas) y agradable que convierte una ardua labor de trabajo en una verdadera experiencia de disfrute.
Lo negativo sin duda alguna es que para en cada acción se necesita de Internet y Picnik no es precisamente un amigo de las conexiones lentas y de una computadora con bajos requerimientos. Es por ello que posiblemente los originales mensajes, a modo de interludio, como “recogiendo flores” o “untando sándwich con manteca” se llegarán a odiar con facilidad ante los interminables tiempos de carga a los que se puede exponer un usuario con velocidad por debajo del promedio.
En resumen, una herramienta sencilla, útil y adaptada a los tiempos donde no es el usuario el que se debe adapta al programa sino que éste debe ofrecer algo más para enganchar a un individuo globalizado que además de consumidor es cada vez más productor de los contenidos en la red.
www.picnik.com
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